Gómez aparece atado y vendado en casa de Berta a la que no ve desde hace 20 años. Desconoce las razones pero tanto ella como su vecino Fermín rehúsan, tras conversar con él de ciertos temas delicados del pasado, darle las explicaciones que pide. En un momento violento de la conversación aparece Tono, amigo íntimo de Gómez en el pasado y recientemente separado de Berta con la que tiene una hija. La presencia de la hija en la casa precipita un final inesperado para todos.
La familia, los amigos, el barrio… o la figura del buen vecino se hallan envueltos de un halo oscuro de violencia… la vida sigue para todos.
“El texto condensa los tópicos sobre los cuales siempre ha indagado el autor. Se trata de una pieza oscura, con indirectas pero implacables referencias a un mundo degradado y a una época feroz, concebida en un sutil contrapunto con la pseudo- tranquilidad y alegría de un “reencuentro” familiar… se advierte la parodia de aquellos elementos costumbristas sobre los que el realismo imprimió un signo positivo. El barrio, la familia, la figura del buen vecino, se hallan envueltos de un halo de extrañamiento, resultan súbitamente ajenos, han mutado en potenciales focos de horror… El centro de ese horror puede ser abordado desde diferentes niveles de análisis. En principio, se instala sobre el eje de la disolución familiar, concibiendo un simulacro sobre cuyo fondo se recorta el desconocimiento del otro, la indiferencia, el desamor, el incesto, la violencia…” María Florencia Heredia